jueves, 29 de marzo de 2012

Los 6 déficits

Alcanzar la máxima representación parlamentaria es sin ningún género de dudas, la variable que deben de maximizar todos los partidos políticos. En ese trayecto que comienza el día siguiente de las elecciones anteriores y termina el día después de las elecciones actuales, se cruzan y entremezclan cuestiones de muy diverso pelaje. Quiero hacer especial hincapié en algunas de ellas, que he dado en denominar déficits, porque en general, es su falta lo que provoca un resultado menor del esperado. En el caso de las elecciones andaluzas, que por su proximidad me han inspirado este escrito, nos encontramos hasta con 6 déficit importantes de naturalezas distintas.

El primer déficit quiero denominarlo déficit de financiación y autonomía del gasto electoral.  Cuando se dedican escasos recursos financieros a cualquier tipo de actividad, hay que esperar que el resultado sea también de escasa entidad. Aunque el esfuerzo financiero haya sido tremendo si los recursos resultan escasos no se puede esperar grandes resultados, el gasto electoral para el tamaño e importancia de Andalucía debe de ser adecuado a sus características. También es probable que un cierto grado de centralización de las decisiones sobre el gasto sea lo mejor, pero no olvidemos que quien mejor conoce su madriguera es el conejo que la habita, por lo tanto puede resultar necesario que un mayor grado de decisión sobre el gasto sea tomado por los equipos regionales y provinciales.

El segundo déficit lo denomino déficit de liderazgo regional. Como todos sabemos la urna es un ingrediente necesario de todo proceso democrático, pero no es el único y ni siquiera el más importante, esta digresión se puede aplicar a otro de los déficits. Las organizaciones y responsables territoriales tienen que trabajar para toda la región y deben de realizar una labor de expansión adecuada, si estos dos objetivos no se cumplen, si los responsables trabajan por su propio y exclusivo interés y el crecimiento regional no ha sido el idóneo, y si además no hay una estructura provincial que acerque los objetivos y las responsabilidades a todo el territorio, lo primero que sucede es la desorganización territorial y acto seguido, alguien o algunos intentarán suplir esta falta de organización con la suya o suyas, ante la ausencia de auténticos responsables, algunos se han erigido en  “líderes” de su propia provincia, liderazgo funesto que ha provocado la división sectaria de las territorios provinciales.


El tercer déficit lo denomino déficit de autoridad. El poder y la autoridad son dos componentes no disociables, el ejercicio del poder exige del ejercicio de la autoridad, para confirmar los comportamientos adecuados y reconducir y castigar comportamientos inadecuados. Sin embargo cuando el poder se utiliza en beneficio propio y la autoridad en perjuicio de los demás se obtienen comportamientos caciquiles y deshonestos. Las normas están para cumplirse y la velocidad de aplicación es determinante. La justicia que no se aplica en el momento adecuado no es justicia, es un cachondeo, ya lo dijo Pedro Pacheco.


El cuarto déficit lo denomino déficit democrático. Cuando una organización política o de otro tipo, en sus procesos de elección de dirigentes, de candidatos, de votación de programas, etc, tienen un bajo o muy bajo nivel de participación, muestran un problema de desafección de las bases, que reduce el nivel de calidad democrática del proceso en cuestión. Además este proceso de desafección vive en perfecta simbiosis con comportamientos caciquiles, poco voto beneficia al cacique y el cacique provoca poco voto, es un círculo vicioso que termina mal. El cacique intercambia votos por favores presentes o futuros, origen de la corrupción, es el funcionamiento básico de toda organización corrupta.

El quinto déficit lo denomino, déficit de compromiso. Toda la organización tiene que trabajar, apoyar y comprometerse con los candidatos elegidos, los candidatos son en estos momentos los portavoces del ideario del partido y de sus programas.
Es probable que las campañas electorales no tengan una incidencia determinante y fundamental sobre el voto, y por lo tanto tampoco tendrá mucha incidencia el trabajo realizado tanto a favor del candidato provincial o regional, y por suerte para el candidato, el trabajo en contra. Sin embargo si tiene un efecto perverso sobre los propios candidatos y su capacidad de transmitir el mensaje, la falta de apoyo corroe la confianza del candidato en su equipo y perjudica las expectativas.

Por último al sexto déficit lo denomino déficit de formación política. Cuando se confunden algunos conceptos se manifiestan determinados problemas, si se confunde la profesionalización política con la formación política necesaria para desarrollar una actividad con la suficiente altura, tenemos un grave problema. Nuevamente las urnas nos proveen de candidatos, pero no nos informan de su grado de capacitación y de conocimientos políticos. Hemos elegido democráticamente, pero teníamos que formar e incluso adoctrinar a los candidatos, para que al electorado le llegara la información con la calidad necesaria para votar y elegir adecuadamente.

En el caso concreto de la provincia de Málaga, la formación política UPyD se ha situado un 17 % por debajo de los votos necesarios para entrar en el Parlamento andaluz.
¿Que grado de responsabilidad tienen cada de los déficits enumerados?
Si tuviera que ordenarlos, esta sería la prelación elegida:
Como primer y principal responsable al déficit de formación política,
En segundo lugar el déficit financiero y de autonomía del gasto,
En tercer lugar al déficit democrático,
En cuarto lugar al déficit de liderazgo regional,
En quinto lugar al déficit de autoridad y
En sexto y último lugar al déficit de compromiso.
Que cada uno de estos déficits pueda ser reducido o no y las medidas apropiadas para conseguir reducir los déficits y por tanto maximizar la presencia parlamentaria puede ser objeto de todo un programa político territorial para los próximos 4 años.

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